Un hombre del pueblo de Neiva, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta contó que había contemplado, desde allá arriba; la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos, el mundo es eso: un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demas. No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y chicos, hay fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno (…) y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear.. y quien se acerca, se enciende.
"Vine a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera encendido"
Últimamente, estoy descubriendo que las nuevas tecnologías me están abriendo otras vías de comunicación, de diálogo, de compartir, de escucha, de aprendizaje, de expresión, de reflexión, de oración..., pero sobre todo, de ENCUENTRO.
Navegando por el Facebook me he ENCONTRADO con mis compañeras del cole, de Gamarra, y con algún profe también. A pesar de los años (hace 18 que terminamos la EGB), el cariño y las ganas de saber las unas de las otras, PERMANECEN.
¡Qué lazos tan fuertes se generan en esos primeros años! ¡Cuántos momentos vividos! ¡Cuántos recuerdos guardados en cajas, álbumes de fotos, armarios...!
¡Y cuántas sonrisas provocan todos ellos cuando, con el paso de los años, vuelves a ENCONTRÁRTELOS: pasados de moda, más viejos, más amarillos, con más polvo; pero con la misma capacidad de llegarte al corazón!
Así comienza la película Bella, y así ha sido mi vida: un contínuo hacer reír Dios.
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos".
Siete días para descubrirlo y una vida para vivirlo.
¿Eres tú el cireneo? En la cuesta del Calvario, Cristo clama con el alma, cireneos que le ayuden, los hombres de largo pasan. Ni la sangre que le cubre, ni tres caídas a tierra, mueve el alma de los hombres, todos ellos le reniegan. “Ayudadme en esta carga, que yo solo ya no puedo, me pesa el dolor de los pobres y el cansancio de los buenos. Los más nunca fueron hombres , el mundo los mató al nacer, ¡por Dios!, echadme una mano, que yo solo no podré”. Un curioso se ha acercado, llevado por el gentío, y un soldado le ha arrastrado a que ayude al reo caído. A la fuerza y con violencia, ¡uno! su cruz compartió. Ni al morir recibió ayuda, aquel que a todos salvó. Hoy son muchos los que buscan la ayuda de un cireneo y al igual que con Jesús exclamamos: “es un reo”. Continuaremos camino, fingiendo buscar a Dios, en tanto un cristo caído, con su cruz atrás quedó. “Ayudadme en esta carga, que yo solo ya no puedo, me pesa el dolor de los pobres y el cansancio de los buenos. Los más nunca fueron hombres , el mundo los mató al nacer, ¡por Dios!, echadme una mano, que yo solo no podré”.
La publicidad no suele tener mucho efecto en mí; normalmente veo los anuncios y no me suelo acordar de lo que venden...
Pero éste en concreto me conmovió especialmente la primera vez que lo ví completo; primero por la similitud del momento que estábamos a punto de vivir, segundo por el mensaje que transmite (al margen de lo comercial): "Destapa la felicidad", y tercero porque, Jesús, nuestro hijo, al verlo la primera vez dijo: "Mira el abuelo Pedro", sorprendentementemente se acordó de mi abuelo, que murió el año pasado.
Hay cosas inesperadas que tocan el corazón, a veces incluso el alma...
PABLO NOS INVITA A CONOCER A CRISTO CON EL "CORAZÓN"
"Así, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no lo conocemos así"
Cor. 5, 16
Pablo nos narra como el conocimiento de Jesús comienza por un encuentro de corazón a corazón, un enamoramiento de la persona de Jesús; después viene su deseo de saberlo todo de Él. Para él, primero ha sido el encuentro con el Señor: un choque de corazones.
Cada Cuaresma, siempre, es el tiempo favorable para conocer a Jesús con el corazón y descubrir su misterio y su verdad: también yo necesito un choque de corazones: el de Cristo y el mío.
Hace ya unos años que me encontré con esta canción de Rosana cantada por Kesia llena de sensibilidad y emoción; en estos momentos que vivimos ahora la canción es una realidad inmediata, maravillosa y emocionante, para nosotros y también para nuestro bebé.
RESPIRAS Y YO...
Contracciones de amor van y vienen de ti
por dentro y por fuera de repente los latidos se aceleran.
Empiezo a sentir que es algo especial
la bolsa parece papel celofán,
se rompe a la vez que veo escapar
el mar que en tu vientre me hacía flotar;
no sé si será esta vez la última o la primera
solo sé que hay olor a primavera...
Me acerco a la luz, me alejo de ti,
te cambio por eso que llaman vivir,
me acerco a la luz, tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida. Una luz al final donde voy a pasar,
hay ruido allí fuera, por momentos
se te ensanchan las caderas,
respiras y yo respiro por tí, empujas,
no sé si deseo salir,
me noto rodar despacio hasta el fin,
más cerca, más ruido, más lejos de aquí,
no sé si me voy de ti o eres tú quién me dejas,
tu nerviosa y frágil, yo desnudo y dando vueltas. Me acerco a la luz, me alejo de ti,
te cambio por eso que llaman vivir,
me acerco a la luz, tu abres la salida
que me lleva a eso, a lo que llaman vida. Después de salir, me dejan sobre ti,
me hacen llorar, te veo sonreir,
y sé que esto es algo que nunca, nunca jamás,
nunca jamás volveré... a reperir... Me acerco a la luz, me alejo de ti,
te cambio por eso que llaman vivir,
me acerco a la luz, tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida. Me acerco a la luz, me alejo de ti,
te cambio por eso que llaman vivir,
me acerco a la luz tu abres la salida,
que me lleva a eso a lo que llaman vida. Me acerco a la luz, me alejo de ti.
te cambio por eso que llaman vivir.
Me acerco a la luz, tu abres la salida
que me lleva a eso a lo que llaman vida. Vida, Vida, Vida, Vida
... y con este blog quiero compartir con vosotros, las pequeñas y grandes cosas que Dios me va regalando día a día, caricias de sus manos que, poco a poco, me moldean y me transforman "como el barro en manos del alfarero".