"Todo Adviento es como una trompeta que despierta el corazón dormido y perezoso del cristiano para que se levante y salga al encuentro del Señor, que viene con su salvación, sus gracias, sus luces, los regalos inéditos, recién salidos de la factoría del Espíritu Santo, que todo lo hace nuevo y que está siempre inventando maravillas para nuestras necesidades y problemas, enfermedades y dolencias, alegrías y fiestas" (Alberto Iniesta).
Padre Bueno, que me invitas a estar en espera,
al acecho de tu venida y en actitud de vigilancia.
Porque me has llamado a cuidar y administrar tus bienes
y me has comprometido en el trabajo que Tú quieres que haga mientras Tú regresas.
Te suplico que me enseñes a administrar lo que es tuyo;
pero más importante que me enseñes a vivir con actitud creativa la vigilancia
y con sed ardiente tu espera,
porque vas a llegar en el momento más inesperado
y me quieres disponible y con las manos llenas,
y rindiéndote cuentas de lo que te pertenece.
Hoy me señalas que lo importante es vivir en vigilancia;
es decir, en espera de tu persona;
que mis pensamientos y mis acciones sean expresiones de atención
a la menor indicación de que estás por llegar;
que mi pensamiento esté completamente marcado por Tí y por tu pronta venida;
que todo mi ser, gire en torno a ésta venida y a este acontecimiento.
Te pido, Señor, que me enseñes a esperar al Esperado, que eres Tú,
y que mi vida no caiga en la rutina de una administración de tus bienes sin sentido.